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Tremofobia: los estragos que los terremotos de 1985 y de 2017 dejaron en la salud mental de los mexicanos

El pueblo mexicano ha resurgido de los escombros en al menos dos importantes ocasiones; si bien la economía y bienes materiales se han recuperado tras los impactantes sismos, en la salud mental de las y los habitantes de la Ciudad de México y Área Metropolitana la herida aún no sana

A las 13:14 horas del martes 19 de septiembre de 2017, el inconfundible sonido de la alerta sísmica comenzó a escucharse en todos los altavoces de la Ciudad de México, causando gran confusión entre la ciudadanía, pues, lo que por un momento parecía ser un simulacro para conmemorar a las víctimas del terremoto ocurrido ese mismo día, pero en el año 1985, terminó por ser un fuerte movimiento telúrico que dejó severas afectaciones en la capital mexicana y zonas aledañas.

La cotidianidad de los millones de habitantes de la imponente urbe se vio interrumpida y el silencio del shock del sonido de la alarma se rompió con las potentes vibraciones que por debajo del suelo sacudieron a toda la ciudad. Edificios se desplomaron, el caos se hizo presente, mexicanos y mexicanas perdieron a seres queridos entre los escombros, sus viviendas y bienes materiales.

A cinco y 37 años de aquellos catastróficos sucesos, los estragos prevalecen en cada rincón de la Ciudad de México, no obstante, la verdadera herida que dejaron no está ligada tanto a las pérdidas materiales, sino más bien al miedo y ansiedad que se ha aprehendido en el imaginario colectivo de la sociedad mexicana y que propicia, sobre todo durante el mes de septiembre, a que mexicanos y mexicanas de todas las edades experimenten sentimientos adversos ante la incertidumbre de saber que en cualquier momento puede volver a temblar.

“Es un estímulo respuesta”, señaló la psicóloga Nallely Ruíz en entrevista con Infobae México. De acuerdo con lo expuesto por la especialista, es completamente normal que tras haber padecido dichos sucesos, entre la ciudadanía se perciba una desesperanza y angustia por el inminente riesgo de los terremotos vuelvan a repetirse.

Y es que ambos movimientos telúricos, tanto el de 1985 como el de 2017, han condicionado inconscientemente el comportamiento de las y los mexicanos, -especialmente de aquellos que habitan en la Ciudad de México- y, por ello, es común que cualquier ruido parecido a la alarma sísmica se asocie directamente con los temblores, o que cualquier vibración sea un indicio de algún movimiento telúrico, aunque la realidad sea diferente.

Lo cierto es que “los seres humanos tienen un innegable sentido de supervivencia, por lo que pensar en la muerte suele ocasionar sentimientos de angustia y pánico, sobre todo cuando puede presentarse en medio de los escombros de un imponente edificio”, expuso la psicóloga Nallely Ruíz.

Adicionalmente, la especialista en salud mental explicó a Infobae México que desde la psicología el temor persistente e irracional a los movimientos telúricos se conoce como tremofobia y que, al menos en la Ciudad de México, sus habitantes están condicionados a padecerlo en mayor o menor medida.

De acuerdo con la psicóloga, la tremofobia puede presentarse como una especie de estrés post traumático, ya que tan solo pensar en que cualquier momento puede volver a ocurrir un terremoto genera en el cerebro humano un innegable sentimiento de angustia que más adelante puede convertirse en un trastorno.

“Nos da miedo revivir la situación, que nos vuelva a pasar o que nos lastimemos, eso genera mucha angustia y propicia a que la gente se sienta más irritable, con miedo, insomnio y, por supuesto, desesperanza”, aseveró la psicóloga Nallely Ruíz.

Cabe mencionar que el estímulo respuesta que experimenta cada persona respecto a los sismos es diferente y puede ir desde una crisis nerviosa y hasta desarrollar un trastorno de pánico cuyos principales síntomas son nerviosismo, un ritmo cardiaco y respiración acelerados, sudoración, hormigueos, temblores en el cuerpo y la repetición de pensamientos catastróficos.

En menor medida, las y los habitantes de la Ciudad de México pueden padecer sentimientos intensos de tristeza o miedo, así como una reacción exagerada a los estímulos, es decir, asociar cualquier pequeño movimiento con un temblor o el más mínimo sonido con el de la alarma sísmica. También es común que experimenten pesadillas y que constantemente recuerden sus propias experiencias en los terremotos tanto de 1985 como de 2017.

La psicóloga Nallely Ruíz detalló que las personas que padecen afectaciones en su salud mental como consecuencia de los terremotos que han acontecido en el país deberán recibir una atención especializada, ya que estas dependerán de la forma en que cada individuo las perciba, interprete, afronte y les dé significado. No obstante, brindar los primeros auxilios psicológicos a una persona que presente crisis o que permanezca en estado de shock es una de las recomendaciones principales.

Cabe recordar que la crisis es un estado temporal de trastorno y desorganización, el cual se caracteriza principalmente por la incapacidad del individuo de abordar situaciones particulares. Dentro de los principales síntomas que conllevan se pueden experimentar sentimientos de cansancio, agotamiento, desamparo, inadecuación, confusión y ansiedad.

Resulta de suma importancia considerar la atención correcta y oportuna a cualquier crisis, ya que de no hacerlo se corre el riesgo de que la persona que experimentó dicho evento pueda padecer a largo plazo graves problemas psicológicos.

“Si estamos en un momento de shock podemos dar los primeros auxilios psicológicos, los cuales se enfocan en tratar de escuchar a la persona, tratar de entender lo qué está padeciendo, y brindarle posibles soluciones para tratar de calmarlo ante una inminente crisis”, expuso la especialista en salud mental, Nallely Ruíz.

Los primeros auxilios psicológicos se definen como la primera intervención psicológica en momentos de crisis, entendiéndose como una ayuda breve e inmediata de apoyo a la persona para restablecer su estabilidad personal a nivel emocional, físico, cognitivo y conductual.

Estos contemplan en primera instancia 1) realizar el contacto psicológico, 2) examinar las dimensiones del problema, 3)analizar las posibles soluciones, 4) asistir en la ejecución de una acción concreta y 5) darle seguimiento.

Si bien brindar los primeros auxilios psicológicos a una persona en aparente crisis es primordial, para aquellas personas que ya presenten un trastorno por estrés postraumático es recomendable que tomen algún tipo de terapia conductual o tanatológica.

De acuerdo con la psicóloga Nallely Ruíz, la tanatología es una disciplina que se encarga de encontrar el sentido al proceso de la muerte y de la pérdida; es una ayuda especializada en atender un duelo, ya sea por las afectaciones que deja un sismo respecto a vidas humanas o bienes materiales y hasta la pérdida de una mascota, por ejemplo.

Finalmente, la especialista hizo un llamado a atender las afectaciones que los terremotos pueden tener en la salud mental, pues destacó que instituciones como Protección Civil brindan las herramientas necesarias para mantenerse a salvo físicamente, sin embargo, en la mayoría de los casos no proporcionan alternativas para el manejo de crisis y emociones que dichos movimientos telúricos dejan a su paso.

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